Las guerras, desde siempre, han tenido una constante muy dura: las personas que mueren en ellas. Soldados, civiles, médicos, familias… todos se ven afectados de una manera u otra. Pero en los últimos años, una pregunta ha comenzado a tomar fuerza: ¿la inteligencia artificial puede ayudar a evitar tantas muertes?
Aunque parezca sacado de una película del futuro, esta tecnología ya está cambiando muchas cosas en el mundo militar. Y tú, como lector curioso, estás a punto de descubrir cómo.
¿Qué es la inteligencia artificial en este contexto?
Cuando hablamos de inteligencia artificial, o IA, no nos referimos a robots con forma humana que piensan solos. Aquí estamos hablando de programas que aprenden y toman decisiones muy rápidas, con la información que reciben. En el ámbito militar, se usan para ayudar a los soldados a tomar decisiones, controlar drones, vigilar zonas de riesgo o incluso analizar datos que antes llevarían días entender.
Imagina que estás en una sala llena de pantallas que muestran imágenes desde diferentes partes del mundo. La IA te dice dónde puede estar ocurriendo algo peligroso. Eso permite actuar rápido y evitar errores humanos.
¿Por qué la IA puede salvar vidas?
Una de las razones más importantes por las que los ejércitos quieren usar la IA es porque puede reducir los riesgos para las personas. Por ejemplo:
Evita que los soldados estén en la primera línea de fuego. Gracias a drones y robots controlados por IA, se puede explorar una zona peligrosa sin que alguien tenga que entrar físicamente.
Toma decisiones rápidas en momentos de presión. En una batalla, cada segundo cuenta. Si una IA detecta una amenaza antes que un humano, puede avisar o actuar antes de que sea tarde.
Ayuda a planificar mejor las misiones. Con toda la información disponible, la IA puede ayudar a diseñar estrategias que minimicen los enfrentamientos o que eviten zonas con civiles.
Esto no quiere decir que ya no habrá peligro, pero sí que las decisiones pueden ser más inteligentes y, por tanto, menos mortales.
¿Qué riesgos hay al usar inteligencia artificial en guerras?
Ahora bien, no todo es tan bonito como parece. Usar inteligencia artificial también trae peligros importantes. Uno de los más serios es que estas máquinas pueden equivocarse. Por mucho que sean rápidas y precisas, siguen siendo herramientas hechas por humanos, y pueden fallar.
También está el problema de la responsabilidad. Si un dron controlado por IA lanza un ataque y mata a personas inocentes, ¿quién tiene la culpa? ¿El soldado que lo activó? ¿El país? ¿Los programadores? Esta es una pregunta muy difícil de responder y que todavía no tiene una solución clara.
Además, hay algo aún más preocupante: que las guerras se hagan más fáciles. Si un país sabe que puede pelear sin perder a sus soldados, tal vez se anime más a meterse en conflictos. Y eso puede terminar generando más violencia en lugar de menos.
Lo que dice Naciones Unidas
La ONU, que es como una gran reunión de casi todos los países del mundo, está preocupada por el uso de inteligencia artificial en guerras. Por eso han pedido que se creen reglas claras para que estas tecnologías no se usen sin control.
Hay quienes quieren prohibir completamente los sistemas que atacan solos, sin que un humano tome la decisión final. Otros creen que solo hay que regularlos bien. Pero todos están de acuerdo en que no se puede dejar que estas máquinas tomen decisiones de vida o muerte sin que haya una persona detrás.
¿Dónde se está usando ya?
Aunque muchas veces parezca que todo esto es parte del futuro, la verdad es que ya se está usando en muchos lugares.
En Ucrania, por ejemplo, la IA ha ayudado a detectar y seguir a las fuerzas enemigas.
En Israel, sistemas automáticos han sido utilizados para interceptar misiles antes de que lleguen a causar daño.
En Estados Unidos, los militares están probando programas que analizan miles de datos al instante para saber qué hacer en situaciones de combate.
Es decir, no es una idea lejana. Está pasando ahora mismo, y cada vez más países se están sumando.
El dilema ético: ¿máquinas que matan?
Una de las grandes preocupaciones es si deberíamos permitir que una máquina tome la decisión de matar. Puede que sea más eficiente o rápida, pero… ¿es correcto?
Muchos expertos en ética y derechos humanos dicen que no. Argumentan que una máquina no puede entender lo que realmente significa quitarle la vida a alguien. No puede sentir empatía, ni juzgar situaciones con todos los matices que los humanos sí pueden ver. Por eso, creen que siempre debe haber una persona que decida, sobre todo en situaciones tan graves.
¿Qué piensa la gente?
Aunque no hay una encuesta mundial sobre esto, muchas personas están divididas. Hay quienes confían en que la IA salvará vidas y mejorará todo. Otros, en cambio, temen que se convierta en una excusa para hacer guerras más frías, más automatizadas, pero igual de letales.
También hay un grupo que simplemente no sabe qué pensar, porque es algo nuevo y complejo. Por eso, cada vez se habla más de esto en las noticias, en los gobiernos, y en organismos internacionales.
El futuro: ¿IA para la paz?
Aunque todo esto puede parecer que solo sirve para pelear, también hay quienes están trabajando para usar la inteligencia artificial en favor de la paz.
Por ejemplo, para detectar movimientos de armas ilegales.
O para proteger a poblaciones en peligro antes de que llegue un conflicto.
También para prever crisis humanitarias y actuar antes de que se conviertan en desastres.
Es decir, la tecnología no es buena ni mala por sí sola. Todo depende de cómo la usemos. Y ahí entras tú, como parte de esta sociedad, porque esta es una conversación que nos afecta a todos.
¿Qué se necesita ahora?
Lo más urgente es que haya reglas claras. Que todos los países se pongan de acuerdo sobre cómo, cuándo y para qué se puede usar la inteligencia artificial en los ejércitos. Que haya transparencia, controles y sobre todo, responsabilidad.
También es clave que se eduque a las personas sobre este tema. No solo a soldados o expertos, sino a todos. Porque si entendemos bien los riesgos y las oportunidades, podremos decidir mejor como sociedad.